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#WalterOyarceJusticia

Publicado: 2011-09-27

Tomado de Diario 16, la columna de Rosa María Palacios.- No soy hincha de ningún equipo de fútbol en particular. Tampoco entiendo mucho este deporte. No lo sigo. No conozco a sus personajes, sus pasiones, sus lágrimas y alegrías. Me declaro una ignorante en la materia de fondo. Sin embargo, al ser un asunto de interés público, tarde o temprano y muy indirectamente me veo involucrada. Ya sea para alentar a la selección peruana, criticar el machismo de algún jugador o, como hoy, lamentar una tragedia. Un hecho horrendo que deja deshechos a los padres de un joven inocente, que quería ver su partido de fútbol en un lugar, supuestamente, “seguro”.

Cómo no conmoverse con los hechos de este sábado. Más a los que tenemos hijos que gustan de este deporte. Walter Oyarce, 23 años, estudiante de Ingeniería Industrial, hincha del Alianza Lima, murió, en los minutos finales del partido, por la fuerza de la caída de 10 metros que sufrió desde un palco del Estadio Monumental hasta la tribuna de concreto vacía. “Se cayó”, decían las primeras informaciones, como si una fuerza extraña, ajena a este mundo y a la voluntad humana, lo hubiera lanzado, accidentalmente.

Luego, las redes sociales se llenaron de explicaciones sociológicas. “Fue el alcohol”, “fueron las drogas”, “fueron las barras”, “fue la hinchada”. Por supuesto, aparecieron muchos culpables. “Fue la Policía que no controla”, “fue Gremco (propietario del Estadio)”, “fueron los propietarios que alquilan palcos a hinchas aliancistas”, “fueron los aliancistas que provocaron a los de Universitario” y que fue el Presidente de Universitario, fue Burga, fue el estadio, fue la FIFA, fue el IPD, y un largo etcétera tan desalentador como la muerte de este inocente. Como dije en twitter, solo faltó que dijeran que saltó solo.

Los hechos, a estas alturas, son estos. Walter Oyarce está muerto. No se cayó. Lo tiraron. “Como un paquete de basura”, dice un testigo. Y la culpa primera y directa de esta salvajada corresponde a dos sujetos ajenos al Palco, que lo invadieron, causaron con otros su destrucción material, fueron atrapados por los testigos y puestos en manos de la Policía, para ser, finalmente, dejados en libertad.

Si los homicidas son hinchas de la U y su víctima de Alianza, si estaban ebrios, si estaban drogados, si fueron provocados, si no hay seguridad policial, si se puede o no se puede alquilar un palco, no va a cambiar estos hechos. Walter Oyarce ésta muerto por culpa de dos sujetos que deben ser investigados, procesados y sentenciados. Buscar atenuantes, explicaciones o justificaciones no solo es una pérdida de tiempo. Es, tristemente, un mal nacional. ¿Por qué? Porque si hay algo peor que la muerte de un ser querido, es la impunidad del crimen. Y en eso, aquí, somos campeones, como en ningún deporte.

La defensa de los derechos humanos en el Perú es y ha sido esto: una dura batalla para que se entienda que la vida humana está por encima de cualquier otro bien o valor, y que si se pierde, la pérdida es irreparable. Por ello, quien mata, quien aterroriza, quien viola, quien secuestra, sea quien sea, venga de donde venga, tiene una responsabilidad directa que no puede ser reducida, rebajada, atenuada con explicaciones sociológicas, culturales o el manto protector del encubrimiento, “porque así son las cosas aquí, pues”. Y quien esté involucrado de manera indirecta en un crimen, por su responsabilidad o por la omisión de ésta, también está sujeto a la reparación del daño que la justicia determine. Pero eso no genera la exculpación del autor directo.

¿Se puede hacer partidos de fútbol sin público? Sí, temporalmente. ¿Esa es la solución definitiva? No, no lo creo. Hacerlo sería rendirse a la barbarie. Que esta sea ocasión de una sanción ejemplar y de reflexión de todos acerca de nuestras propias responsabilidades sobre la sociedad en la que queremos que vivan (no que mueran) nuestros hijos


Escrito por

J


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