Verano 2012
Puede que el 2012 no sea el año en el que acabe el mundo con la inversión de los polos magnéticos de la tierra o el desvanecimiento de la atmósfera terrestre. Aun así estoy casi seguro que una parte del infierno a salido a la tierra, creo que en lima, tal vez producto de un tajo en la tierra mal echo dejando una pequeña fuga a sus llamas infernales. No se si son los 27 grados a los que llega la temperatura, el jadeo incesante de Cooper, mi anciano perro, o el echo de poder freír huevos en una piedra de mi patio lo que me lleve a afirmar tal expresión.
Odio el sol, sobre todo el de las mañanas, no alienta a nada bueno. Hace que tu cuerpo pierda valiosas cantidades de carbohidratos y sales minerales (si esas que el Gatorade ofrece reponer) en forma de gotas, te hace sudar sin necesidad de hacer ejercicio además de producir varias enfermedades a la piel. Odio el sol, o mejor dicho, odio el calor tan fuerte que produce por estas época, como recordándonos que vivimos en un desierto que para colmo tiene un rió contaminado atravesándolo.
Verano no es mi época favorita. Odio tener que andar con los ojos forzosamente achinados o estar buscando sombra mientras me desplazo por la calle. Admito que el verano trae varias cosas buenas, el bikini es prueba de ello, pero el calor de cada día me hace pensar que los beneficios no superan las molestias, al menos no todavía. El sol sale y se esconde como todos los días, dejando una noche que al menos fresca y agradable. A pasar de mi molestia por calor infernal que produce por 3 meses (casi 5 cortesía del calentamiento global) debo reconocer los beneficios de la exposición al sol: hace que el cuerpo produzca vitamina D, mata a algunas bacterias que están en el aire, es necesario para la agricultura, produce energía en paneles y aparentemente invita a la gente a hacer más ejercicio. Además tiene el merito de ser la única estrella que se puede ver de día, ser el centro de nuestro pequeño sistema planetario y sin el no se habría desarrollado la vida en el planeta, no por nada fue la deidad principal de varias culturas, entre ellas la Inca. Y claro que el verano no es tan malo, pero díganme si al estar parado debajo del sol de medio día no extrañan aquel cielo color a panza de burro de los días de invierno.